Si descontamos el hecho de que mueve las cejas de manera un tanto rara, su apariencia es tan normal que casi hasta deja de darnos miedo. Actroid-F es la última versión del proyecto japonés Geminoid Robot.
Actroid-F observa a los humanos e imita sus expresiones faciales, por medio de un programa de reconocimiento de nuestros gestos. Resulta sorprendentemente precisa: sorpresa, enfado, alegría, sus cejas y boca se mueven de forma muy humana. De hecho, si nos imaginamos nuestra cara vista desde el ordenador, es más expresiva casi que nosotros.
Normalmente, cuando un robot se parece mucho a un ser humano, empieza, si no a asustarnos, “a darnos cosa”.
Resulta que un robot diferente a un ser humano nos parece simpático, probablemente porque lo vemos como máquina, o como juguete, sintiéndonos psicológicamente seguros de lo que es, resultándonos graciosas sus respuestas humanas: “¡Mira, puede hablar! Qué gracioso”.
No obstante, a medida que se va pareciendo más a un ser humano, a pesar de que nos asombra, también se puede decir que nos inquieta. Nos parece algo raro. Es porque empezamos a asociarlo con un ser humano, pero no un ser humano normal: nuestro cerebro nos hace pensar que es una persona con problemas, gravemente enferma o algo parecido a un zombi. En resumen: en lugar de resaltar de manera simpática sus habilidades humanas, sin querer lo damos por humano y resaltamos fuertemente sus características no-humanas. Por supuesto, no lo pensamos a nivel racional, de modo que ocurre aunque sepamos que es un robot. Si seguimos hasta que el parecido con el ser humano le hace casi indistinguible, lo empezamos a ver de nuevo normal, incluso sabiendo que es un robot androide, porque, lo queramos o no, nos parece un ser humano.